PEDRO MARIA MAFFIA
Pedro María Maffia nació en Buenos Aires el 28 de agosto de 1899, hijo de Ángel V. Maffia y Luisa Spinelli, ambos emigrantes italianos. Pasó los primeros años de su vida en el barrio de Valvanera, en la calle Larrea, entre Cuyo y Cangallo, justo al lado de la casa en la que vivía Carlos Gardel. Así lo cuenta Maffia en una entrevista realizada por la revista Radilandia en 1937: “Gardel era un muchacho gordito y simpático. Nos conocíamos por apodos y ni él ni yo imaginábamos lo que nos deparaba la vida. Cuando salía del taller de planchado de la señora amiga de su madre, con grandes atados de ropa, nadie en el barrio hubiera apostado a que se convertiría en el ídolo más grande y querido de Buenos Aires y de toda la República. Era un muchacho sencillo y juguetón. Jugábamos al fútbol y a todos los juegos de chicos, y nunca lo vi hacer un gesto áspero. Si lo golpeaban, sonreía y seguía jugando. Si perdía la ropa que le daban para entregar, jugando en la calle, le dolía más el disgusto que causaría a su cuidadora que el temor al castigo. Cuando ya éramos más grandes, un buen día desapareció del barrio junto a su segunda madre. Yo también me fui con el bandoneón, que empezaba a apasionarme, y nos perdimos de vista por algunos años…”
Los recuerdos siempre son magnificados, y a veces se estiran y se retuercen mezclando vivencias, recuerdos, sucesos propios y ajenos… Gardel era diez años mayor que Maffia y aunque es segura la vecindad de ambos, lo cierto es que a la edad de cuatro años Pedro Maria se mudó de ese domicilio a otro barrio, y es difícil que a esa edad encajen los recuerdos. Su familia deambuló durante su infancia por distintos domicilios y barrios del área metropolitana: Almagro, Floresta, Santa Rita, Flores…
En las distintas biografías sobre la infancia de Maffia encontramos severas contradicciones. Si bien en algunas se dice que consiguió su primer bandoneón, ganado por su madre en una rifa durante una Noche de Reyes, a la edad de 11 años, en otras se menciona que, con tan solo 7 años, dejaba pasmados a propios y extraños con sus solos de bandoneón. Sin contar con datos suficientes para negar o confirmar ninguno de estos extremos, parece más creíble la segunda versión, especialmente considerando que, a los 12 años, Maffia debutó de manera “profesional”, entendiendo por “profesional” la ejecución de una tarea a cambio de una compensación económica.
En una entrevista con el diario Crítica del 11 de marzo de 1954, con motivo de la creación de la cátedra de bandoneón, Maffia comentó: “Yo era un pibe cuando lo escuché por primera vez en Flores, donde vivían mis padres. En ese tiempo, yo estudiaba piano. Nuestra casa estaba en la calle Sudamérica, que desde hace rato se denomina Artigas. Bueno, allí me enamoré del bandoneón. Esto quiere decir que lo cambié por el piano y le di mi alma, mi vida”. Lamentablemente, Maffia no aclara qué edad tenía cuando esto ocurrió, lo que deja abierta la posibilidad de que las dudas sobre su infancia y otros episodios personales continúen generando contradicciones.
En lo musical, parece haber unanimidad en que sus primeros contactos con la música fueron en su niñez, escuchando a payadores de la talla de José Betinotti, Gabino Ezeiza y Higinio Cazón, quienes frecuentaban el bar propiedad de la familia. Se comenta que, en ese tiempo, le llegó un bandoneón que le faltaba una tecla, o bien un acordeón a piano, tal vez una concertina… En cualquier caso, el padre del joven Maffia, al advertir sus condiciones musicales, lo inscribió en el conservatorio, donde estudió piano y solfeo.
Estamos en el año 1911, Pedro Maffia tiene 11 años. No sabemos si todavía los Reyes Magos le han traído su primer bandoneón o si ya es un virtuoso del instrumento, pero sí sabemos que tiene una sólida formación musical y que apunta maneras de fueyero. Pablo Darío Taboada comenta un hecho fundamental en la carrera del joven músico: “En 1911, su padre lo llevó a escuchar a Pacho, al café Gariboto de San Luis y Centroamérica (hoy Pueyrredón), y Pedro quedó fascinado con el bandoneón de Juan Maglio. Su padre, al ver el entusiasmo de su hijo, le obsequió su primer bandoneón en una Noche de Reyes (aunque, según parece, su madre lo ganó en una rifa). Esa historia que Maffia le narró a Héctor Bates fue la que inspiró la composición del tango homónimo, cuya letra, escrita por Jorge Curi, nada tenía que ver con el regalo de Don Ángel, circunstancia que mereció el reproche del músico hacia su letrista, que esperaba otro enfoque. Pero, como el éxito de “Noche de Reyes” fue tan enorme, nunca le modificaron la letra”. El bandoneonista «Pepín» Piaza le enseña, no sabemos si los rudimentos del instrumento o su perfeccionamiento; en cualquier caso, a su lado aprende un repertorio con el que poder ejecutar piezas en el almacén de su padre y sacarse unas monedas pasando la gorra después de las actuaciones.
A partir de ese momento, empieza a cimentarse la fama del pibe de Flores que toca el bandoneón como pocos. Un guitarrista conocido como el “negro” Justo Rodríguez ve negocio en el chaval y pide permiso al padre para llevarlo a acompañarle por cafés y boliches, principalmente en la zona de Boedo, a veces con un joven violinista llamado Fausto Frontera.
Pedro Mario Maffia tiene tan solo 12 años y ya se gana la vida con su bandoneón. A partir del momento en que el “negro” Justo consigue el permiso paterno para llevarlo por esos mundos de Dios, el pibe de Flores inicia una vertiginosa carrera que lo llevará a recorrer cafés, tugurios, boliches, burdeles… y a conocer y compartir escenario con las figuras más representativas del tango de la época, junto a diversos músicos y en distintos formatos. Abandona la compañía del “negro” Justo e integra un cuarteto con Fausto Frontera y José Di Napoli en los violines y Pedro Ramírez al piano; un trío con los guitarristas Luis Bernstein y el “gallego” Manuel; un cuarteto con el violinista Emiliano Costa, Miguel Duca a la flauta y Leopoldo Thompson a la guitarra; un trío, de nuevo con Emiliano Costa y el “sordo” Sebastián, guitarrista, padre de Sebastián Piana y futuro suegro; y un nuevo cuarteto con Emiliano Costa al violín, Adolfo Pugliese a la flauta y Domingo Salerno en la guitarra.
En 1914 (aunque otros historiadores retrasan esta fecha hasta 1915) se produce otro hito en su carrera. Al igual que los toreros toman formalmente la alternativa, los músicos de tango se consagraban al tocar por primera vez en la calle Corrientes. Pedro Maffia lo consigue con apenas catorce años, y lo hace en el bar Iglesias, en un cuarteto junto al padre de Osvaldo Pugliese, Adolfo Pugliese a la flauta, Pascual Cardarópoli al piano y Francisco Confetta al violín. Por aquella época también integra un conjunto dirigido por Francisco Lomuto, junto con Raimundo Petillo al piano y Bernardo Germino al violín, así como en la orquesta formada por Francisco Canaro y José Martínez.
De esos confusos primeros años, es unánime en todas sus biografías la mala relación con su padre. Por un lado, se describe al padre como un hombre severo, rígido y autoritario, y por otro, tenemos a un adolescente que prematuramente se ha acostumbrado a buscarse la vida en lugares que jamás debió haber visitado. Hay evidencias de los malos tratos recibidos desde niño por parte del padre, constancia de denuncias familiares por la ausencia del menor en el hogar, y de cómo las autoridades se vieron obligadas a buscarlo y “rescatarlo” de lupanares y lugares de lenocinio para devolverlo al hogar materno.
En sus biografías se señala que, alrededor de 1916, se produce un parón musical. Aunque se tienen noticias de que en esa época integró algún conjunto en Buenos Aires, como un trío junto a Raimundo Petillo al piano y Bernardo Germino al violín, o un cuarteto con José Martínez al piano, Francisco Canaro y Rafael Rinaldi en los violines, parece que no encajaba con su estilo. Algunos cronistas hablan de una especie de inexplicable sequía profesional, en la que no recibe ofertas de contratación, motivo por el cual decide probar fortuna en el interior de la provincia.
Sin embargo, me cuesta creer tal afirmación. Un muchacho de 16 años, con su experiencia, su fama y su labrado mito de niño prodigio, no debía tener demasiadas dificultades para integrarse en uno de los muchos conjuntos que por aquella época deambulaban por el área metropolitana. Me inclino a pensar que la búsqueda de un sonido propio, unida a las diferencias familiares, lo llevaron a tomar su bandoneón y su arte como únicos compañeros y aventurarse a perderse por los pagos rurales del interior de la provincia, donde la posibilidad de encontrarse a sí mismo era alta, y la de ser encontrado por las autoridades, más bien remota.
De una u otra manera, lo cierto es que Pedro Maffia abandona la capital y se instala en el sur de la provincia, bajo la protección de la “negra” María, una especie de “benefactora” que cuidaba a músicos y se movía en ambientes prostibularios, marginales y delictivos. Parece ser que, por aquel tiempo, el joven Maffia se ganaba la vida ejecutando solos de bandoneón en boliches y piringundines.
Es en estas circunstancias, alrededor de 1917, cuando se produce otro de los acontecimientos decisivos en su carrera. Estando en Punta Alta, cerca de Bahía Blanca, coincide con Gardel, Razzano y el guitarrista Ricardo Aguilar. Unos dicen que fue Aguilar, otros (incluido el propio Maffia) se inclinan por Carlos Gardel. Sea cual fuere, el caso es que uno de ellos convence a Roberto Firpo, que también andaba por esos pagos, para que lo integre a su cuarteto. Con la incorporación del joven Maffia, el cuarteto se convierte en quinteto: Firpo al piano; Deambroggio “Bachicha” y Maffia en bandoneones; Cayetano Puglisi y Adolfo Muzzi en violines. Horacio Ferrer describe una formación de la orquesta de Firpo en 1919, algún tiempo más tarde, como un septeto: Pedro Maffia y José Servidio en bandoneones, Cayetano Puglisi y Adolfo Muzzi en violines, Luis Cosenza en armonio, Roberto Firpo al piano y Alejandro Michetti a la flauta.
Con Firpo, Maffia inicia una dura gira por el interior que lo lleva hasta Córdoba. Según algunas biografías, Maffia, cansado de la dureza del trabajo que exigían las giras, decide tirar la toalla y regresar a Buenos Aires, siendo reemplazado por Ciriaco Ortiz. Sin embargo, en la biografía de Ciriaco Ortiz, este hecho se narra de manera diferente: estando la orquesta de Firpo en la ciudad de Córdoba, Pedro Maffia se puso enfermo y Ciriaco Ortiz, un precoz bandoneonista de apenas once años, lo sustituyó provisionalmente en aquellas representaciones, sin que eso implicara que el joven Ciriaquito reemplazara a Maffia de manera definitiva en la orquesta de Firpo.
´En cualquier caso, Pedro Maffia, a finales de 1919 o quizás a principios de 1920, abandona la orquesta de Firpo, algo habitual en la época, en la que las formaciones se integraban o disolvían constantemente dependiendo de los contratos que surgían y de las necesidades que esos contratos exigían, y fundamentalmente por discrepancias económicas. Después de su paso por la orquesta de Firpo, ya de vuelta en Buenos Aires, entre 1920 y 1923, se sumó a un sinfín de propuestas orquestales. Entre otras, se citan las siguientes: un cuarteto junto a José María Rizzuti al piano, Julio de Caro y José Rossito en violines, que se presentó con gran éxito en “El Parque”; una formación del pianista José Martínez, junto a Luis Petrucelli en bandoneón, Palazzo, Abruzzese y Antonio Buglione en violines, y el “alemán” Fritz al violonchelo, que llegó a grabar discos para el sello Columbia; nuevamente junto a Roberto Firpo, participando en actuaciones teatrales y grabaciones discográficas; el quinteto del compositor y pianista Samuel Castriota, con Roque Biafore en bandoneón, y Emilio Ferrer y Bernardo Germino en violines; un cuarteto con Juan Carlos Bazán en clarinete, Eliseo Ruiz al piano y Vicente Russo al violín; y la orquesta de Francisco Lomuto y Héctor Quesada, donde coincidió con músicos como Manuel Pizarro, Agesilao Ferrazano, Esteban Rovati, Alfonso Ramiro Lacueva, entre otros.
En 1922, tras su trabajo con la Orquesta de Lomuto en el crucero Cap Polonio, se integra nuevamente a un buen número de formaciones. Algunas de las que se tienen constancia son las siguientes: una orquesta dirigida por Luis Petrucelli, con José María Rizzuti como pianista, Bernardo Germino y José De Grandis en violines, y Hugo Baralis en el bajo; una orquesta conformada por Ricardo Brignolo, con Petrucelli y Maffia en bandoneones, y Rizzuti al piano; y un quinteto comandado por Eduardo Pereyra al piano, Petrucelli y Maffia en bandoneones, y Fernando Franco y José Bolueira en violines.
Por esas fechas, ya en 1923, Juan Carlos Cobián forma un sexteto de efímera vida, dado que Cobián decide marcharse a Estados Unidos. El sexteto estará compuesto por Juan Carlos Cobián al piano, Agesilao Ferrazzano y Julio De Caro en violines, Pedro Maffia y Luis Petrucelli en bandoneones, y Humberto Costanzo al contrabajo; esta orquesta grabará discos para el sello Aurora y será un referente para la formación del futuro sexteto de julio de Caro y para la evolucion orquestal del tango. Tras esa formación, a Maffia le surge la posibilidad de montar su propia orquesta para acompañar a Ignacio Corsini interpretando un tango en una obra teatral, con Raimundo Petillo al piano y Domingo Petillo al violín.
A finales de ese año, a Francisco De Caro le ofrecen la oportunidad de montar una orquesta para amenizar los bailes de fin de año en “casas bien”. Esa orquesta, que será la base del futuro sexteto de Julio De Caro, quedará conformada de la siguiente manera: Francisco De Caro al piano, Julio De Caro y Emilio De Caro en violines, Maffia y Luis Petrucelli en bandoneones, y Leopoldo Thomson al contrabajo. Apenas unos meses después, debutan con éxito en el café Colón y, con los habituales contratiempos de la época, consiguen mantener la orquesta, aun sin nombre, buena parte del año 1924. Un suceso difícilmente explicable produce la salida de Maffia y Petrucelli de la formación: Julio De Caro, sin permiso del resto de los integrantes, decide anunciar la orquesta como el “Sexteto de Julio De Caro”. Luis Petrucelli sería reemplazado por Pedro Laurenz, y Pedro Maffia volvería, obligado por urgencias económicas, al sexteto, aunque su enemistad durante un tiempo con Julio De Caro sería manifiesta.
Mucho se ha hablado de la hostilidad con que Maffia recibió a Pedro Laurenz en la orquesta, y se ha atribuido esa animosidad inicial a que Maffia consideraba a Laurenz como un músico que carecía de la talla para tocar junto a él. Me cuesta creerlo. En circunstancias normales, Maffia debería haberse sentido más que feliz de convertirse en primer bandoneón de la orquesta tras la baja de Luis Petrucelli, sin que esa felicidad pudiera empañarse por la incorporación de un compañero con mayor o menor trayectoria. Por otro lado, Maffia siempre se llevó bien con sus compañeros y gozó de la fama de ser buen amigo. Sin duda, Maffia estaba molesto con las decisiones de Julio De Caro, quien de algún modo se apropió de una orquesta que hasta entonces se había comportado como una agrupación mancomunada, una especie de cooperativa sin necesidad de liderazgo, donde las decisiones se acordaban entre todos. De alguna manera, ese disgusto y malestar debió ser la causa de la frialdad, si es que la hubo, con que Maffia recibió inicialmente a Laurenz.
Ahondando en estas circunstancias, me permito una reflexión: son muchos los historiadores y expertos tangueros que, al hablar del De Carismo, dejan claro que la importancia del sexteto no radica tanto en la figura de Julio De Caro, sino, como mínimo, en el binomio Julio De Caro y Francisco De Caro, considerando que ambos tuvieron una influencia estilística fundamental en la evolución del tango a partir del Sexteto. En este sentido, y teniendo en cuenta que inicialmente el sexteto carecía tanto de nombre como de liderazgo, quizás sería apropiado repartir entre los seis miembros de la orquesta la importancia de aquella agrupación en la historia y evolución del tango hasta nuestros días. Y un porcentaje de esa gesta le pertenece, sin duda, a Pedro Maffia.
Pedro Maffia y Pedro Laurenz no solo se hicieron grandes amigos, sino que, a nivel musical, conformaron la pareja de bandoneones más importante de todos los tiempos. Quizás cuarenta años después, el tándem formado por Luis Stazo y Pepe Libertella pudiera haber intentado rivalizar con ellos; aunque, claro, eso es cuestión de gustos y opiniones. Por la trascendencia de su legado musical y por la importancia de sus grabaciones, tanto como dúo de bandoneones como las que realizaron para el sexteto de Julio de Caro, parece que aquella pareja de bandoneones habría durado una pequeña eternidad. Sin embargo, lo cierto es que apenas estuvieron juntos dos años, dos fructíferos y espléndidos años.
A mediados de 1926, un año después de haberse casado con Elena Piana, hermana de Sebastián Piana, Pedro Maffia se desvincula del Sexteto de Julio de Caro. Junto a Elena Piana como cancionista y un terceto formado por Cátulo Castillo al violín y su cuñado Sebastián Piana al piano, actúa en algunos cafetines de la zona de Boedo. El joven Homero Manzi los acompaña, presentando los temas como glosador y realizando recitados. Paralelamente, Pedro Maffia configura su propia orquesta, que ensayará a finales de 1926 y debutará en 1927. Aquella formación, inicialmente un sexteto, quedaría conformada de la siguiente manera: Pedro Maffia y Alfredo De Franco en bandoneones, Elvino Vardaro y Emilio Puglisi en violines, Osvaldo Pugliese al piano y Francisco De Lorenzo al contrabajo. Debutaron en el café Colón, el mismo café en el que, dos años antes, había debutado el Sexteto de Julio de Caro, cuando aún no llevaba ese nombre.
Para muchas formaciones de la época, la continuidad era complicada una vez acabada la temporada, si no conseguían actuaciones teatrales o giras por el interior. En ese año 1927, Pedro Maffia consigue el encargo de dirigir una orquesta de 15 bandoneones para las fiestas de Navidad y la posibilidad de que su orquesta acompañe a Libertad Lamarque en la representación teatral de la obra Su Majestad el Tango. Durante ese mismo año, Maffia graba cinco temas a dúo de bandoneón para el sello Victor junto a Alfredo de Franco, en un formato idéntico a los diez temas que en 1925 y 1926 había grabado junto a Laurenz, también bajo el sello Victor.
1928 lo inicia acompañando a Libertad Lamarque en el teatro, y luego realiza una gira por el interior del país y hasta Uruguay. En su autobiografía, Lamarque comenta con resignada amargura que recuerda cómo su marido y ella acompañaban a Pedro Maffia y su por entonces reciente esposa hasta el hall de los mejores hoteles, para luego buscar ellos una pensión que se ajustara a su menguado presupuesto, dada su maltrecha economía en ese entonces. La colaboración con Libertad Lamarque finalizaría a finales de 1928, despidiéndose con actuaciones en el cine Varieté.
En 1929, tenemos noticias de algunos cambios en la orquesta: Gabriel Clausi se incorpora como segundo bandoneón, permaneciendo en la orquesta hasta 1934; José Nieso integra la fila de violines; y Nerón Ferrazano se incorpora como chelista, lo que lleva al sexteto a convertirse en septeto. Para muchos, la incorporación de Ferrazano a la orquesta es una de las innovaciones y aportaciones vanguardistas de Maffia al tango, de manera similar a la inclusión del arpa, que realizaría apenas unos años después. En ese mismo año, Maffia dirige la orquesta Brunswick en la grabación de algunas placas discográficas y empieza a grabar con el sello Brunswick con su “Orquesta Típica Pedro M. Maffia”. Luis Adolfo Sierra, en La historia del tango, establece a fines de 1929 la siguiente formación: Emilio Puglisi y Eugenio Nobile en violines, Francisco De Lorenzo en contrabajo, Nerón Ferrazano en el chelo, José Pascual en piano, y Héctor Presas y Maffia en bandoneones. Como es común en tantas ocasiones, las fuentes se contradicen o al menos solapan espacios temporales.
La década del 30 fue la época en la que las grandes figuras del tango forjaron su prestigio, fama y sustento a través de sus contratos radiales y publicitarios. Maffia, como muchos otros, vivió momentos de gloria y momentos de ostracismo e injusto olvido. No obstante, podría decirse que siempre estuvo en la lista de los privilegiados y que siempre contó con el favor del público, que al final era el verdadero y único juez.
En 1930 encontramos dos referencias a su orquesta. En una de ellas se cita a Maffia y Gabriel Clausi en bandoneones, Scalice en el piano, Rodio, Puglisi y Abatti en violines, Ferrazano como celista, De Lorenzo en contrabajo, Maida como cantor, y Ochoa como recitador. Con esta orquesta, Maffia gira por el interior, debutando en Bahía Blanca y continuando por otras poblaciones del sur. En otra referencia encontramos pequeñas diferencias con la anterior: Maffia, Gabriel Clausi y Alejandro Junnissi en bandoneones; Antonio Rodio, Emilio Puglisi y José Abbati en violines; Lalo Scalice al piano, los cambios los hacía José Pascual; Nerón Ferrazano en chelo; y Francisco De Lorenzo al contrabajo. Por un breve lapso de tiempo, Francisco Fiorentino se incorporó a la fila de bandoneones.
En 1930, Maffia se encarga de la dirección musical de la obra teatral El grillo de los hermanos Discépolo. Durante ese mismo año, Maffia abandona el sello Brunswick para empezar a grabar con Columbia.
En 1931, Francisco Fiorentino, quien previamente se había incorporado a la fila de bandoneones, comenzó a actuar como cantante de la orquesta, que en sus actuaciones —ya fueran radiales, en bailes o en teatros— se presentaba como “La Orquesta de Maffia y sus Ases”. Con Fiorentino, graba ese año catorce temas, y nueve con el cantor Rafael Cisca; todas las grabaciones fueron para el sello Columbia. Al final del año, Maffia se desvincula de Columbia y se mantiene alejado de los estudios de grabación hasta 1934.
En 1932, Maffia sigue presentándose como “La Orquesta de Maffia y sus Ases”. Este año destaca por el éxito teatral con el espectáculo “La Historia del Tango”, su éxito radial en el programa “La Voz del Aire”, y la formación de una curiosa y vanguardista orquesta compuesta por 8 violines, 4 bandoneones, 2 pianos y un arpa, con la que actúa en el Teatro San Martín de la capital bonaerense. A finales de año, como en ocasiones anteriores, realiza una gira por el interior del país.
A principios de 1933, el diario Crítica organiza un concurso de orquestas típicas, en el que la orquesta de Maffia obtiene el tercer lugar. La formación en ese momento estaba compuesta por: Maffia, Gabriel Clausi, Roberto Dolard y Juan Liguori en bandoneones; Antonio Rodio, Pablo De Martino y Juan José Gallastegui en violines; Lalo Scalise al piano y Francisco De Lorenzo en el contrabajo. En el ámbito teatral, estrena la obra “Berretines que tengo con los pingos”, y en la radio mantiene su éxito en Radio Tango con su programa “La Voz del Aire”. Sin duda, lo más representativo de 1933 fue su participación en la primera película sonora del cine argentino, titulada “Tango”, codirigida por Lisandro de la Tea y Manuel Roneima, con música de Juan Sarcione, Roberto Firpo, Rodolfo Sciammarella, Juan de Dios Filiberto, Azucena Maizani, Manuel Romero, Sebastián Piana y Homero Manzi.
En 1934, la orquesta de Maffia se incorpora al plantel radiofónico de Radio Stentor, donde durante varios años contará con el apoyo incondicional de la audiencia. Ese mismo año, y en esa misma radio, auspiciados por la publicidad de la empresa Pebeco, se forma un conjunto musical para audiciones radiofónicas con la participación de Pedro Maffia, Pedro Laurenz, Ciriaco Ortiz y Carlos Marcucci en bandoneones, y Sebastián Piana al piano. El conjunto se bautiza como “Los Cinco Ases Pebeco”. Lamentablemente, no se conservan grabaciones de esa asombrosa formación.
De esos años encontramos dos referencias sobre la configuración de su orquesta. En 1934, la orquesta de Maffia estaba formada por: Pedro Maffia, Carlos Demaría, Héctor Presas y Ángel Maffia en bandoneones; Nerón Ferrazano al violoncello; Alberto Besprovan (Tito) y Unamuno (violines); Juan Trombino al piano; y Francisco De Lorenzo en el contrabajo. En 1935, se incorporan a la orquesta los hermanos cordobeses Liepesker, León al primer violín y Santos alternando entre bandoneón y clarinete; Juan Carlos Leivinson, el músico-cantor, también en la fila de violines; Manuel Stelman al contrabajo; Manuel Jurado al bandoneón; y Mariano Balcarce como cantor.
En 1935, varios hechos fueron particularmente relevantes. La participación de la orquesta en la película “Sombras Porteñas”, la edición de un manual para el aprendizaje del bandoneón, la incorporación del cantor Martín Podestá —quien sería el cantor principal de la orquesta de Maffia hasta 1940—, y, finalmente, una extensa gira que comenzó ese año, más larga que cualquier otra realizada anteriormente. Esta gira se inició en el interior del país, pasando por ciudades como Rosario, Santa Fe y Córdoba, para luego aventurarse en países hasta entonces desconocidos para la orquesta, como Chile, Perú, Ecuador, Venezuela y Colombia.
Para esa gira, bajo el nombre de “Compañía Nacional de Arte Argentino”, además de los excelentes músicos de su orquesta, viajó con la incorporación de Maruja Piana como cancionista, los Méndez como pareja de baile, y Homero Manzi como presentador y glosador de temas.
A su regreso de la multitudinaria gira, ya a principios de 1936, Pedro Maffia se reincorpora a Radio Stentor, donde, en ese año, se inaugura la modalidad de radionovela musical, en la que se incluyen temas interpretados por su orquesta.
En 1936, la orquesta de Maffia se configuró de la siguiente manera: Juan Carlos Leivinson (1er violín), Elio Demaría (2º violín), Carlos Drucaroff (3er violín), Carlos Polato (2º bandoneón), Roberto Requena (bandoneón), Salvador Calo (piano), Mario Maffia (bandoneón), León Liepesker (violín), Sam Liepesker (clarinete), Antonio Cefali (trompeta), Ricardo Ponce (bandoneón), Martín Podestá (cantor), y Eduardo Fracassi (contrabajo).
Maffia consolidó su éxito radial durante ese año, apareciendo también en Radio Belgrano. Su orquesta tocó en bailes y carnavales, actuó en teatros y, a finales de año, realizó una gira con una compañía muy similar a la de 1935, incorporando, por ejemplo, a Armando Musca como zapateador criollo. Bajo el nombre de “Compañía Menor de Arte Argentino”, la orquesta realizó nuevamente una gira por el interior del país, Uruguay y Chile, donde fue recibida con gran entusiasmo. En ambos países, compaginó sus actuaciones teatrales con apariciones en programas de radio.
En 1936, se estrena la película “Sombras Porteñas”, con gran éxito. Dos temas de esa película fueron grabados por Maffia para el sello Disco Nacional Odeon. Maffia había dejado de grabar regularmente en 1931, y a partir de ese año, solo realizó grabaciones puntuales: cuatro temas en 1934 para el sello Victor (todos de películas), y estos dos temas para Odeon en 1936. No volvería a grabar hasta 1946.
Si en 1935 Maffia publicó su método para bandoneón, en 1936 también barajó el proyecto de fabricar bandoneones en Argentina, aunque este proyecto finalmente quedó sepultado en el olvido.
1937 será un año muy similar a los anteriores: éxitos radiales, actuaciones en bailes y teatros, y giras triunfales por el interior del país, Chile y Uruguay. Las actuaciones radiales iban agotando a los artistas, el público se cansaba rápidamente y demandaba nuevos ídolos. A excepción de Alfredo De Ángelis, quien contó siempre con el apoyo incondicional del público radial, el resto de las orquestas vivía con contratos pendientes, sostenidos por delicados y casi invisibles hilos. Pedro Maffia puede considerarse uno de los directores privilegiados, aunque los rumores de cambios o cancelaciones eran constantes. Por otro lado, las orquestas de la década de 1930 tendieron a hacerse cada vez más grandes a petición del público, y este crecimiento perjudicaba a Maffia. Su mayor virtud, sin lugar a dudas, era el sonido de su bandoneón, pero ese sonido se perdía en el maremagnum sonoro de las formaciones más grandes. Maffia probó, durante esos años, a dedicarse solo a la dirección de la orquesta para conseguir ese sonido que demandaba el público, pero este, en cambio, le exigía que volviera al instrumento, incluso para escuchar sus famosos solos a capella.
Fueron años difíciles. No faltaba trabajo, pero las orquestas que se encontraban en la cima debían hacer delicados equilibrios para mantenerse en lo más alto. De todo, lo más exitoso, regular e infalible eran las giras, tanto por el interior de la provincia como por el interior del país, o hacia Chile y Uruguay. Sobre esto, merece una reflexión adicional: muchas orquestas o cancionistas, para estas giras, disponían de formaciones más reducidas o reemplazaban a algunos músicos por otros de menor cachet. En otras palabras, utilizaban las giras para mejorar sus ingresos. Maffia, al igual que muchos otros, fue justo e incluso generoso, y siempre salió de gira con todos los medios a su disposición. El público siempre lo valoró y agradeció.
De 1937 cabe destacar la formación de un conjunto radiofónico elegido por voto popular, llamado “Los Virtuosos del Tango”. Este conjunto estaba compuesto por: Pedro Maffia, Ciriaco Ortiz, Elvino Vardaro, y los hermanos Julio de Caro y Francisco Canaro, nada menos. En 1937 también se conmemora que Maffia cumple 25 años de carrera profesional, siendo homenajeado por el mundo del tango.
1938 y 1939 fueron réplicas de los años anteriores. Como hechos destacables, podemos anotar que en 1939 se desvincula de Radio Belgrano. En 1938 comienzan los preparativos para el rodaje de la película “Sinfonía Argentina”, que será estrenada en 1942, y en 1939, Maffia participa en la película “La canción que tú cantabas”.
En 1939, encontramos una nueva referencia de su sexteto: Pedro Maffia y Carlos Lazzari en bandoneones; Oscar Herrero en violín; Santos Liepesker en clarinete; Carlos Parodi al piano; y Alfredo Corleto en el contrabajo.
En la década de 1940, la orquesta de Pedro Maffia no logró adaptarse a los vaivenes caprichosos del destino ni a los gustos cambiantes de la audiencia. Durante esa década, en medio de profundos parones, Maffia interviene puntualmente en radio, se presenta en bailes, cines, teatros y realiza algunas giras tanto por el interior como internacionales, pero sin la continuidad ni el éxito de la década anterior.
En 1940, encontró un espacio en una radio menor, la recién creada Radio Sarmiento, donde debutó con Martín Podestá, poco antes de que el cantor abandonara la orquesta, tras largos años de colaboración profesional y personal con Maffia. Alberto Gómez, Alberto Vila, Alberto Castillo, Miguel Montero y Alfredo Attadia serán cantores de la orquesta en los años siguientes.
En 1941, Maffia se presentó puntualmente en LR3 Radio Belgrano con un cuarteto que completaban Abel Fleury en guitarra, Sebastián Piana al piano y Alfredo Corleto en contrabajo. Ese mismo año, Pedro Maffia intervino en el éxito teatral “Bajo el cielo de mi patria” y en 1942, en un nuevo éxito teatral, aún mayor: “Don Juan”.
En 1941, Maffia se presentó puntualmente en LR3 Radio Belgrano con un cuarteto que completaban Abel Fleury en guitarra, Sebastián Piana al piano y Alfredo Corleto en contrabajo. Ese mismo año, Pedro Maffia intervino en el éxito teatral “Bajo el cielo de mi patria” y en 1942, en un nuevo éxito teatral, aún mayor: “Don Juan”.
En 1942, resulta interesante destacar que otro músico precoz, Atilio Stampone, se incorporó a la orquesta de Maffia con solo 16 años. En 1945, encontramos referencias a una nueva orquesta de Maffia, que estaba formada por: Maffia, Alfredo Cordisco, Pascual Mamone y Torterolo en bandoneones; Elvino Vardaro, Ríspoli, Bautista Huerta y Pedro Sapochnik en violines; Lalo Scalise al piano; y Enrique Marcheto en el contrabajo.
La estrella de Maffia se fue apagando poco a poco. Maffia trató de no rendirse y siguió buscando soluciones para seguir siendo útil al tango. En 1946, junto con otros colegas, fundó la Asociación Argentina de Directores de Orquesta. En 1947, trabajó en el proyecto de una gira por España, que me temo nunca llegó a materializarse. Finalmente, en 1948, renunció a seguir luchando y desapareció de la escena tanguera para dedicarse durante algunos años al comercio de joyas.
En 1941, Maffia se presentó puntualmente en LR3 Radio Belgrano con un cuarteto que completaban Abel Fleury en guitarra, Sebastián Piana al piano y Alfredo Corleto en contrabajo. Ese mismo año, Pedro Maffia intervino en el éxito teatral “Bajo el cielo de mi patria” y en 1942, en un nuevo éxito teatral, aún mayor: “Don Juan”.
En 1942, resulta interesante destacar que otro músico precoz, Atilio Stampone, se incorporó a la orquesta de Maffia con solo 16 años. En 1945, encontramos referencias a una nueva orquesta de Maffia, que estaba formada por: Maffia, Alfredo Cordisco, Pascual Mamone y Torterolo en bandoneones; Elvino Vardaro, Ríspoli, Bautista Huerta y Pedro Sapochnik en violines; Lalo Scalise al piano; y Enrique Marcheto en el contrabajo.
La estrella de Maffia se fue apagando poco a poco. Maffia trató de no rendirse y siguió buscando soluciones para seguir siendo útil al tango. En 1946, junto con otros colegas, fundó la Asociación Argentina de Directores de Orquesta. En 1947, trabajó en el proyecto de una gira por España, que me temo nunca llegó a materializarse. Finalmente, en 1948, renunció a seguir luchando y desapareció de la escena tanguera para dedicarse durante algunos años al comercio de joyas.
En 1954, Cátulo Castillo, presidente de la Comisión Nacional de Cultura, creó la cátedra de bandoneón en el Conservatorio Municipal de Música Manuel de Falla y puso al frente de la cátedra a su amigo Pedro Maffia. Maffia, quien durante muchos años, al principio de su carrera, se dedicó a la docencia formando una auténtica legión de fueyeros, se sintió orgulloso de poder seguir siendo útil al tango.
En 1959, Alberto Gómez convenció a Maffia para volver a montar una orquesta, que quedaría integrada por: Pedro Maffia, Gabriel Clausi, Cayetano Cámara y Ernesto Baffa en bandoneones; Elvino Vardaro, José Nieso, Aquiles Aguilar y Domingo Mancuso en violines; Enrique Munné al piano; Enrique Marchetto en contrabajo; y el cantor Alberto Gómez. Con esta formación, Maffia grabó 8 temas para el sello discográfico TK.
Un año después, en 1960, en la discográfica Matus y bajo la dirección de Julián Centeya, Maffia grabó a dúo con José Canet y el cantor Carlos Solari, 15 registros, en los que Centeya hacía glosas y presentaciones de los temas. La fórmula de guitarra y bandoneón buscaba, sin duda, seguir la senda de la exitosa colaboración discográfica de Troilo y Grela. Una década después, Julián Centeya denunciaría a la compañía Diapason por la edición del mismo disco, eludiendo el pago de los derechos correspondientes.
En 1963, Maffia volvió a los estudios de grabación. Para el sello Editorial Musical Literaria, grabó un EP de seis temas con la voz de Eduardo Ponce. Ese mismo año, encontramos la configuración de lo que sería su última orquesta: Pedro Maffia, Pedro Vidaurre, Roberto Pérez Prechi, José Appendino y Armando Rodríguez “El Japonés” en bandoneones; Osvaldo Monterde, Carmelo Cavallaro, Claudio González, Nito Farace y Emilio González en violines; Norberto Ramos al piano; y Enrique Marchetto en contrabajo. En ese mismo año, también apareció en programas televisivos.
En 1966, un año antes de su muerte, Maffia colaboró para el documental de Mauricio Berú titulado “Fueye querido”, junto a otros grandes bandoneonistas: Pedro Laurenz, Ciriaco Ortiz, Eduardo Rovira, Aníbal Troilo y Astor Piazzolla.
Para finalizar, deberiamos hacer una breve referencia a su peculiar estilo interpretativo. Uno de los rasgos fundamentales en su forma de interpretar era la forma rigida e impasible de ejecutar el instrumento, con movimientos casi imperceptibles. Abria y cerraba el fueye con movimientos delicados, de tal modo que el sonido se mantenia nitido, constante y sin estridencias. Todo su cuerpo permanecia rigido durante la ejecución, consiguiendo no solo una estetica serena y firme, sino un sonido a la vez, sereno y equilibrado. Pedro Maffia no se retuerce como otros bandoneonistas, su postura siempre es elegante, y el sonido de su bandoneon es por un lado sencillo y puro; y por otro lado, profundo y extremadamente emotivo. A Maffia se le considera uno de los precursores en el «fraseo rubatto» cantando el tema en los agudos de la mano derecha o en los graves de la izquierda, el uso de acordes armónicamente ricos y embellecimientos únicos, su habilidad para crear variaciones melódicas… y fundamentalmente destacó por su capacidad de transmitir emociones profundas a través de sus interpretación con marcada inpronta emocional.
Pedro Maffia grabó en torno a 200 temas, aunque hay que tener en cuenta que colaboró en la grabacion como musico de otros tantos temas, por ejemplo con la orquesta de Roberto Firpo, con la orquesta de Julio de Caro, con la Tipica Brunswick… Compuso en torno a una centena de temas, fundamentalmente tangos, aunque tambien rancheras, valses, canciones… y que se tenga constancia una zamba y un rumba.
Pedro Maffia falleció el 16 de octubre de 1967. Su muerte ocurrió en su ciudad natal, Buenos Aires, donde había dejado un legado imborrable en la música de tango.