Disco Nacional Odeon No.116203 A – Charlo & Orquesta de Francisco Canaro – Piedad – 1928
Origen Archivo: Youtube (Radiotelefonia)
Compositor: Carlos Percuoco
Autor: Luis De Biase
Fecha de Grabación: 17/09/1928
Lugar de Grabación: Buenos Aires
Sello: Disco Nacional Odeon
Disco: No.16203 A
Matriz: E 2179/1
Fuente(s) Información: Discografía Francisco Canaro.
Reseña: Charló.
Nací en La Pampa, en un establecimiento de campo de mis padres, entre Avestruz y Guatraché, y anotado en Puán (provincia de Buenos Aires) donde residían mis abuelos y era el Registro Civil más cercano.
Gardel grababa en Odeon cuando ingresé a ese sello por 1928 y poco después lo conocí. Lo traté poco, tal vez por la gran diferencia de edad. Nos saludamos y nada más. Pero un día él estaba con Razzano en la puerta del Cine Broadway, de calle Corrientes, y yo venía haciendo pinta con un aludo sombrero de color gris, y cual no sería mi sorpresa al oír que Gardel decía a su compañero mientras hacía visera con una mano: «¡Che! ¿Quién es el sombrerudo aquel que viene allí.?»
«Mi sombrero sirvió para que repentinamente, en una cachada original, tomáramos la confianza que entre nosotros no existía. En cuanto a las grabaciones de “Rencor” y “Cobardía” las hizo sin que yo se lo pidiera, después de haberlos estrenado Libertad Lamarque en el Teatro Maipo cuando Amadori, con Botta, era autor de las revistas y director de ese teatro y yo componía música de todo tipo y según las necesidades de esos espectáculos.» TodoTango.
Observaciones: Christopher Lanner: Falta en las discografías de Canaro y Charlo de Lefcovich.
Letra:
La tarde agonizaba, la noche se extendía De un templo, las campanas, llamaban para orar, Cuando una joven triste, de rostro demacrado Con gesto resignado se inclina ante el altar. Hay un profundo dolor En su palidez mortal, Sus ojos dicen claro Que lloran sin cesar... ¡Ruego por el hombre que yo quiero! Dice Con amargo sinsabor, ¡Ruego por su vida que es mi vida! ¡Oye esta plegaria de amor! ¡Ruego por el hombre que me has dado! Por quien Nunca más podré olvidar. ¡Lloro porque ahora me lo quitas! Para Toda una eternidad. La noche silenciosa, tendió su negro manto El templo, solitario, parece ya quedar, Cuando una triste queja, se escucha en el espacio Que dice, sollozante: ¡Piedad, Señor... piedad!