
Odeon No.55310 A – Enrique Campos & Francisco Rotundo & su Orquesta Típica – Llorando La Carta – 1951
Origen Archivo: Youtube (Mac NOMURA)
Compositor: Juan Bautista Fulginiti
Autor: Juan Bautista Fulginiti
Fecha de Grabación: 10/09/1951
Lugar de Grabación: Buenos Aires
Sello: Odeon
Disco: No.55310 A
Matriz: e 18154
Fuente(s) Información:
Reseña: Enrique Campos.
Francisco Rotundo lo contrata como cantor de su orquesta en marzo de 1947 donde comparte su labor con el cantor Mario Corrales (luego llamado Mario Pomar), presentándose en Radio Splendid, Teatro Empire y Café Nacional de la calle Corrientes. Posteriormente forma una orquesta que encabeza junto al bandoneonista Alfredo Calabró. Realizaba sus presentaciones el periodista Raúl Hormaza. De la orquesta Campos-Calabró se comercializa un solo disco que sobre matrices argentinas es reproducido por Sondor en Montevideo y estaba formada por Sebastián Garreta, piano: Alfredo Calabró, Roberto Pansera, Caruso y López bandoneones, Raúl Domínguez, Lijó y Mosca violines y Samonta, contrabajista. TodoTango.
Observaciones: Con estas grabaciones presentadas, por su temática – la mujer, el amor y el desamor, la ilusión y la la decepción, etc.- queremos invitar a que visiten el sitio www.querube.es, dedicado a música de diversos géneros, en general diferentes al tango, como boleros, sones, baladas y otros.
Letra:
Ni los meses ni los años, con sus locas fantasías Ni el placer con sus encantos donde el alma adormecí, Nada de eso ha conseguido que olvidara todavía Del pasado, su recuerdo... tan amargo para mí... Al amigo y al extraño fui mostrándole la hilacha, Les lloré tanta miseria sin hacerles comprender Que pedía por el hecho de quebrar la mala racha Que a mi lado la desgracia te hizo un día conocer. Cuántas noches en que mi alma melancólica y sombría Recordaba tu pasado que era un canto de placer, No podía conformarme de pensar que al otro día No tendrías tan siquiera ni un bocao para comer, Y con tal que no volvieras a vender tus dulces besos Ni saberte manoseada por la inmunda bacanal Para vos, que eras mi gloria, mendigaba algunos pesos, Sin pensar que a cambio de eso... me ibas a pagar tan mal. Pasó el tiempo y una noche, cuando el brillo de sus galas Nuevamente la fortuna desplegó en tu corazón, Fui a tu puerta, porque estaba muy enfermo y en las malas Y esa puerta la cerraste ante mí sin compasión. Quedé mudo... No podía creer que vos, la compañera, Por quién tanto, en otro tiempo, hasta el nombre me empeñé, Ni jugando llegarías, a mostrarte tan rastrera... Y entre lágrimas de sangre, tu desprecio, perdoné. Pero... como todo llega a su término en la vida, Donde nada es duradero, ni la dicha ni el pesar, Yo también al fin de cuentas, conseguí cerrar la herida Que el puñal de la miseria, en mi pecho hizo sangrar. Y de allí que si algún día, la desgracia pretendiera Tironearte pa´ que caigas otra vez en el barrial, No olvidés que en lo más hondo de mi vida amarga y fiera Tendrás siempre un rinconcito, aunque te has portao tan mal.
