
Odeon No. 102.191 – Carlos Gardel & 4 Guitarras (J.Ricardo & G.Barbieri) – Caricias – 1925
Origen Archivo: Youtube (Don Naides)
Compositor: María Isolina Godard
Autor: Juan Andrés Caruso
Fecha de Grabación: 1925
Lugar de Grabación: Buenos Aires
Sello: Odeon
Disco: No. 102.191
Matriz: SO 7804
Fuente(s) Información: FundacionCarlosGardel QuienesGardel. Discografía Carlos Gardel.
Reseña: Carlos Gardel.
A partir de 1925, el Morocho del Abasto comenzó su vertiginosa carrera como solista, volcándose definitivamente al género. Aquí nace el Gardel buen mozo, el de la sonrisa lumínica, el que le cantó a un arrabal mitológico, sin embargo, no era el típico compadrito ni el guarango orillero. Actuaba sus personajes desde una naturaleza refinada, hacía de la música suburbana una dicha o una tristeza sublime; lograba convertir las letras más sensibles en poemas. A los tangos que humillaban a las mujeres los transformó, a menudo, en piadosos e interpretó la decadencia de los malevos. Gardel no dejó de ser fiel al alma del suburbio cuyos desgarramientos había sufrido en carne propia, pero por otro lado, convirtió al tango en apto para la naciente clase media que se reconoció inmediatamente en él y lo adoptó como su forma de expresión más legitima.
La ciudad, entonces, se hizo de madre y barrio, de amores contrariados y mujeres perdidas, melancólica. Gardel cantaba a una sociedad que necesitaba formarse, verse representada en valores que le dieran identidad. Son los hijos de los inmigrantes los que escriben las letras, los que cantan y bailan el tango, los mismos que a pesar de su origen extranjero y de haber sido criados con la esperanza de volver, escriben como signo de pertenencia. LegadoMitico
Observaciones: Originalmente se editó en Odeon con nº 18132 y matriz: 2728-1
Letra:
Es tu boca la boca Que tiene más dulce sonrisa, Y tus manos aquellas Que más tiernamente acarician. Llevaré para siempre El recuerdo de tu amor, Pues eres tú, la fiel mujer que vive en mí, corazón. Y en mi alma perduran Las tiernas horas de amor, Tuve en tus brazos, placer De tus caricias de amor, Tan suaves como el rozar De las alas de un ruiseñor. Recordá que en un rincón De la sala te exigí, Me dieras un beso Y en él, me diste tu corazón. Una vaga, discreta penumbra Envolvía la estancia, Y yo entonces bebía en tus labios La seda a distancia, Pero al fin, a tus tiernas Caricias no volví, Perdoname ese desdén Ya muy caro lo pagué.

Nota: Transcripción revisada por Miguel Robledo (Colombia)
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